(I)
Este nació en diciembre de 2017 (a veces ocurren esas cosas: el nacimiento es tímido, la gestación larga y aderezada de variables ajenas a la voluntad y al deseo, y el parto a veces suave, a veces complicado, pero siempre feliz si llega a buen puerto).
Ese mes de ese año, un simple email lo cambió todo: las probabilidades de comenzar a internacionalizar nuestro museo aumentaron considerablemente. Ese email era de un jovencísimo becario de la embajada de España en Dakar. Recién llegado a su puesto, y revisando los documentos y mensajes de su predecesora, se encontró con uno nuestro, solicitando una cita con el embajador o con el agregado cultural para exponerle nuestro proyecto.
David Fontcuberta se convirtió así en nuestro hado padrino, abriendo puertas, allanando senderos, tendiendo puentes de hierro forjado y no solo de sueños.
Creyó en el proyecto, e hizo que agregado cultural y embajador también creyeran en él. Concertó citas con las autoridades de Dakar, nos acompañó, estuvo presente en todo el proceso, y se convirtió en amigo (es lo que ocurre con esos hados que el destino pone en tu camino: se transforman en faros permanentes).
El CEMFAC estuvo presente en la Biennal de Dakar de 2018, y el proceso de internacionalización del mismo arrancó de manera espectacular.
David voló a nuevas tierras, en busca de nuevos proyectos, de ilusionantes retos. Cruzó el Gran Azul, se asentó en Fort-de-France, y creó junto a su pareja un Espacio Cultural en la capital de Martinica, que tan solo en un año ya era un referente en la isla.
Arquitectos brillantes, comprometidos, audaces… dispuestos a revolucionar y llenar de luz todo lo que tocan.
En abril de 2020, tras ayudarnos nuevamente a crear lazos con la Asociación Milmurs, organizadora de un festival de Arte Urbano de carácter internacional, el confinamiento truncó el proyecto. O al menos lo aplazó.
Ahora, dos años después, recomenzamos. Ahora, con mucha más experiencia en estas lides, llevamos el CEMFAC a la otra orilla de un océano que nos une a pesar de la distancia.
Las aventuras, ciertamente, tienen ingredientes de todo tipo, pero con profesionales de esa calidad humana, todo es posible, hasta los sueños más ambiciosos.
(II)
Llegas a Fort de France tras un La Palma-Madrid, noche en hotel de aeropuerto, Madrid-París, y finalmente ocho horas hasta la isla. Llegas exhausta, pero te recibe David Fontcuberta en el aeropuerto, con la amplia sonrisa de siempre, y el cansancio desaparece.
De allí a lePATIO19, el espacio donde han montado la exposición fotográfica del CEMFAC, y donde Sara Fratini trabaja desde el jueves en un mural para la fachada.
Artistas, gestores y políticos de la Cultura… demasiadas presentaciones para recordarlas todas. Y por supuesto Damien Gillot Art, alma de la Asociación Milmurs, y parte de esta red tejida alrededor del arte urbano y sus posibilidades como transformador del paisaje y del modelo de ciudad.
Al acostarme, constato que han sido 24 horas despierta.
Ayer por la mañana, una visita formal a la Habitation Clément, una antigua plantación de esclavos reconvertida por una familia criolla en uno de los mayores productores de ron pero, y de ahí la invitación, también los mayores patrocinadores privados de proyectos artísticos, entre ellos Milmurs, con unos jardines en los que vegetación y esculturas construyen un armónico diálogo.
Por la tarde, visita a una de las tres fortalezas que defendían la ciudad, hoy abandonada, y donde Bruno, nuestro particular guía, desea desarrollar un proyecto que reconecte a la ciudadanía con su historia. Todo por hacer en aquel espacio que un día albergó al exiliado rey de Dahomey y que nadie visita, y con unas vistas increíbles sobre la ciudad y su bahía. Nuevos modelos para transformar y descolonizar las mentes. Pero sobre todo, para construir una ciudad con una narrativa propia. Los sueños son la primera piedra de toda realidad. Y de eso, creo que sé un poco.
(III)
Ayer lunes era el día para enseñar la exposición a políticos y técnicos de diferentes administraciones. Un maratón continuado, donde sobre todo les sorprendía que una ciudad de una isla pequeña tuviera no solo un museo como el CEMFAC, sino también este proyecto de internacionalización.
En cada reunión desgranábamos similitudes y diferencias, hablábamos de la importancia de la intervención en el espacio público para convertir las ciudades en lugares amigables para sus habitantes. Hablábamos del arte, de las redes culturales, de cómo construir juntos.
Por la tarde, la inauguración del mural de Sara Fratini en la fachada de l’Association Abité, y que nace de la colaboración con esta y con el Festival Milmurs.
Hoy regreso, y lo hago con muchos deberes por hacer. Es importante nuestra voz en los foros en los que lentamente comienza a dejarse oír, y que el CEMFAC sea motivo de orgullo para los llanenses, tanto por lo que es en sí mismo, como por su papel de embajador del municipio.
Esta es solo la primera parte de un proyecto cuya envergadura es cada vez más complicada de medir.
Charo González